La resistencia al cambio es un cuento chino

Decimos reiteradamente que somos resistentes al cambio por aquello de que nos da miedo salir de nuestra zona de comodidad. Al estar fuera de nuestro círculo de confort, perdemos seguridad, sentimos temor a lo nuevo o desconocido, vemos amenazado nuestros estatus, desconfiamos de la incertidumbre y eso hace que sintamos miedo al fracaso, inseguridad, apatía y estrés. También sabemos desde hace escasos años que las neurociencias nos advierten de que somos memoria, así que nuestras experiencias e impulsos de miedo, estrés y hasta agresividad o dolor quedan guardados en nuestro cerebro (alojados en la amígdala e hipocampo) donde parece que no se borran nunca.

Así que los bancos de memoria en cerebro son redes, denominadas hebbianas, y son ellas quienes crean nuestros hábitos y conductas. Así que, al parecer, neurobiológicamente hablando, el cerebro es resistente al cambio, ya que cambiar supone abandonar lo conocido, y lo interpreta como peligro para la supervivencia. Esa es la razón por la que cambiar no nos resulta sencillo.

Lo único que no cambia es el mismo cambio

Sin embargo, esto lo percibo como una contradicción, porque al mismo tiempo sabemos que prácticamente por instinto o por la simple necesidad de salir de él, de ver otros mundos o de querer mejorar, salimos de nuestra zona de comodidad constantemente. Una persona u organización que no cambia se anquilosa porque no se mueve, se oxida, se pudre, terminamos por morir. Lo único que no cambia es el mismo cambio.

De hecho, también gracias a las neurociencias sabemos que nuestro cerebro es adaptativo (se denomina neuroplasticidad cerebral), es decir, tenemos la suficiente flexibilidad como para crear nuevas conexiones neuronales, pudiéndonos adaptar a cualquier situación (denominado potenciación a largo plazo). E incluso hasta poder desconectarnos completamente de aquellos eventos desagradables e incómodos de nuestra vida. Esto nos abre paso a una nueva dimensión en la comprensión de nosotros mismos, ya que nos permite modelar nuestras conductas, operando así una transformación interna real.

Así que, eso de que somos resistentes al cambio, es un cuento chino. Con la neuroplasticidad podemos darnos cuenta de que somos cambio permanente y que podemos lograr lo que nos propongamos si entendemos que no hay resistencia al cambio cuando hay un deseo interior de querer cambiar. Así que eso de que el cerebro humano no está preparado para el cambio es otro cuento… porque no se explican adecuadamente las cosas.

En segundo lugar, no puedo estar más de acuerdo con Peter Senge cuando dice que “las personas no nos resistimos a los cambios, nos resistimos a ser cambiados”, es decir, si nos obligan a un cambio no deseamos cambiar. Debe venir desde dentro para, entendido e interiorizado, abrirnos sin ningún tipo de resistencia al cambio. Deseamos cambiar por nosotros mismos, eligiendo querer hacerlo, actuando por nosotros mismos hacia esa dirección, sin imposiciones.

Nos resistimos a la imposición. No al cambio

Nos resistimos a la imposición. No al cambio. Sin embargo, lo que escuchamos es contrario: “el tema no es que cambie o no… eso va a suceder”, “ te guste o no, las cosas van a cambiar”, “no te tiene que gustar, ni siquiera tienes que estar de acuerdo, pero van a cambiar las cosas”. Y claro, entonces la imposición al cambio viene desde cómo reaccionas al cambio y cómo haces que esté te beneficie o perjudique, contándonos ese cuento chino de que la resistencia al cambio existe por naturaleza humana y, desde ahí, uno debe explorar las causas que están generando la propia resistencia al cambio más allá de lo normal.

Porque, al mismo tiempo, en tercer lugar, la gente se resiste no al cambio en sí mismo, sino al contenido que trae ese cambio. Los ejemplos que he puesto antes son contenidos que, desde mi punto de vista, son una total manipulación.

En lugar de esto, creo que por un lado hay que tener el tacto de informar acerca del cambio y dar una razón y un porqué (en lugar del dichoso para qué), motivando e ilusionando, y por otro, involucrar y hacer participar a la gente en el propio proceso de cambio. Son por lo tanto inexistentes las resistencias a los cambios cuando nos orientamos en reforzar que el cambio es una elección que, sin duda alguna, viene desde dentro.

Top