Nuestro cerebro crea la realidad que conocemos. Crea entonces una personalidad triunfante

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Construimos nuestra experiencia.

Por lo tanto, podemos inventar nuevas posibilidades perceptivas que conviertan nuestra mirada en una mirada creadora.

Los avances en física, psicología, sociología, neurociencia y filosofía nos dicen que la realidad no es lo que parece. El cerebro no es un órgano pasivo, receptor de información, sino que el acto de la percepción es un proceso activo en el que el cerebro tiene mucho que decir. Un ejemplo podría ser el dolor: Cuando nos quemamos un dedo, por ejemplo, pensamos que el dolor surge allí donde nos hemos quemado, es decir, en el dedo. Y, sin embargo, esto no es cierto. El dolor, como cualidad, es generado también por la corteza cerebral. Y la prueba está en el hecho de que en sujetos que han perdido un brazo siguen percibiendo el dolor localizado, según ellos, en una extremidad que ya no existe. El dolor se produce en el esquema corporal que existe en la corteza cerebral.

Esto quiere decir que todo lo que vemos, oímos, gustamos, olemos, tocamos es una creación cerebral a partir de los datos que le llegan de los órganos de los sentidos. Con otras palabras: todo lo que conocemos son esas imágenes mentales. Esto va en contra de nuestra más firme creencia, de la impresión subjetiva, de que lo que experimentamos es real, que lo que percibimos está ahí afuera, en el llamado mundo exterior.

Las cosas están fuera de mí, pero mi conocimiento de las cosas parece estar dentro de mí. Un ejemplo: El sistema perceptual de la rana filtra todo lo que no es importante. Si pasa un mosquito por delante del ojo de una rana, el ojo lo percibe, los nervios lo transmiten la información, el cerebro responde ante ella y la rana se come al mosquito. Pero si, por ejemplo, delante de ella cayera una hojita, no se la comería. No es que decida no comérsela, es que no la ve. La imagen se forma en sus ojos, claro, pero la información es descartada antes de que llegue al cerebro. El cerebro no llega a saber lo que el ojo ha visto, porque no lo necesita. Sencillamente, no es importante para una rana saber si hay o no una hoja frente a ella.

El cerebro es un sistema cognoscitivamente cerrado y no abierto al mundo como creemos. Interpreta las señales que le llegan y las evalúa según sus propios criterios, por lo que el mundo sensorial es una construcción del cerebro, aunque no se trate de una construcción arbitraria.

El cerebro crea la realidad que conocemos.

La clave de una persona exitosa es su cerebro y la forma en la que lo hace funcionar. Así que para crear una personalidad triunfante debemos cambiar nuestras percepciones provenientes del mundo exterior y que filtran nuestros sentidos que los lleva al cerebro. Mediante el uso de herramientas como  la autoconciencia, la motivación, la concentración, el equilibrio emocional, la memoria, la resistencia, la adaptabilidad y la atención del cerebro, podemos cambiar, y para cambiar nosotros, debemos cambiar la manera en como vemos las cosas, modificando la manera en como lo percibimos. Nuestro comportamiento muchas veces es la limitante que hay que modificar.

Es cambiar nuestro nivel de pensamiento.

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