“Para descubrir como se nada, hay que salir de la pecera”.
No te quedes a descansar mucho tiempo en el bosque encantado. Dicen que los que así lo hacen ya no vuelven a salir de él.
Decidiste cruzar el bosque. Durante el largo trayecto pasas por un bosque fresco y acogedor y decides sentarte al pie de un frondoso árbol. Al cabo del tiempo, y sin acordarte de la advertencia, decides tumbarte y descansar durante un buen rato: después de tanto caminar, te mereces un largo descanso. Te acuestas y un sueño profundo, extremadamente profundo, se apodera de ti. Y cuando te despiertas, no sabes cuanto tiempo has permanecido dormido.
Habrá sido mucho, porque te cuesta mucho moverte y pensar, y poco a poco te das cuenta que tu cuerpo se confunde con el tronco del árbol sobre el que estabas apoyado, de forma que uno y otro sois prácticamente la misma cosa. Tus extremidades se han convertido en raíces y ramas y sólo puedes moverte ligeramente, con movimientos que serían imperceptibles a cualquier ojo humano,…
La zona de confort se puede convertir en nuestro bosque encantado. Así que, descansa de vez en cuando, que seguro te lo mereces. Y no te quedes mucho tiempo ahí, no sea que te pase lo mismo.
La vida comienza al final de tu zona de comodidad.