El reencuadre para resolver conflictos

“Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende con el cristal con que se mira”.

Días antes de semana santa, hemos estado en Mallorca desarrollando un taller de Gestión positiva de conflictos con PNL. Entre las muchas herramientas, elijo hablar del reencuadre, que nos ayuda enormemente a resolver situaciones difíciles y conflictivas.

¿Qué es el reencuadre?

untitledNos distinguimos por el lenguaje. Las palabras no tan sólo representan nuestra experiencia, sino que, a menudo, la “encuadran o enmarcan”; y lo hacen mostrando en primer plano ciertos aspectos de la experiencia y dejando otros en la sombra:

 

“Deseo alcanzar mi objetivo y tengo un problema.”

Esta clase de marco verbal puede influir tanto en el modo en que interpretamos las situaciones como en el modo de responder ante ellas. Una creencia afirmadora y potenciadora, podría ser: “Puedo lograr lo que me proponga y estoy dispuesto a trabajar para conseguir mis metas”, conecta dos partes significativas de causa y efecto que, al ir en primer lugar lo positivo y, en segundo lugar adónde quiero ir, el conjunto genera un fuerte sentido de motivación, que conecta un deseo con los recursos necesarios para convertirlo en realidad. Si formulamos la frase con el orden inverso, puede ejercer un poderoso impacto sobre el modo en que el mensaje es recibido y entendido.

¿Cómo reencuadrar?

Reencuadrar implica ayudar a las personas a reinterpretar problemas y encontrar soluciones, por medio de la Substitución del marco en el que esos problemas son percibidos. Significa literalmente poner un marco nuevo alrededor de una imagen o experiencia.

Podemos aplicar el patrón de Cambio de tamaño del marco para reevaluar o reforzar la implicación de determinada acción, generalización o juicio con el contexto de un marco temporal más largo, más corto, de un número de participantes mayor, desde un punto de vista individual o de una perspectiva mayor o menor. Por ejemplo, un acontecimiento que nos parezca insoportablemente doloroso, considerado a la luz de nuestros propios deseos y expectativas, puede de repente parecernos trivial si lo comparamos con los sufrimientos de otras personas. Este cambio de tamaño está relacionado con la amplitud o la extensión de la perspectiva que tomamos, en relación con el objetivo concreto que estamos considerando dentro de ese marco. Podemos utilizar expresiones tales como “viendo el asunto desde una perspectiva mayor”, “considerando las implicaciones a largo plazo” para percibir diferentes enfoques.

También podemos reencuadrar el contexto, que consiste en cambiar la respuesta interna negativa de la persona ante determinado comportamiento, resaltando la utilidad de éste ante determinados contextos, ello nos permite ver el comportamiento simplemente como lo que es. Por ejemplo: una madre está preocupada porque su hijo adolescente se mete constantemente en peleas en la escuela. Le podríamos preguntar a la madre ¿No es agradable saber que su hijo podría proteger a su hermana pequeña, si alguien la molestara en su camino de vuelta a casa desde la escuela? Con ello estamos ayudando a la madre a cambiar la percepción. Su comportamiento con el hijo cambiará y éste, al no sentirse atacado podrá trabajar conjuntamente con la madre para tratar de establecer la intención positiva y los beneficios relacionados con la conducta del hijo en la escuela, buscando juntos alternativas más apropiadas.

Otra modalidad sería reencuadrar el contenido, que comporta alterar nuestra perspectiva o nivel de percepción ante determinado comportamiento o situación, pues un mismo contexto es percibido de formas diferentes según la perspectiva y la intención del observador.

Si aprendemos a reencuadrar a los críticos y las críticas, evitaremos los juicios negativos, obteniendo afirmaciones positivas a partir de intenciones positivas. Muchas críticas vienen enmarcadas en términos de lo que no se quiere, en lugar de lo que sí se quiere, por ejemplo: “evitar el estrés” conlleva lo que no queremos, si decimos “sentirse más cómodo y relajado” describe lo que sí deseamos. Por consiguiente, la capacidad para reconocer y extraer afirmaciones de intención positiva a partir de críticas formuladas negativamente constituye una habilidad lingüística crucial para tratar con las críticas y transformar los marcos-problema en marcos-objetivo.

Podemos convertir las críticas en preguntas, utilizando “cómo” en lugar de “por qué”, con lo que evitamos otros juicios con los que acabar en conflicto. Las preguntas formuladas con el “cómo” suelen ser más eficaces para centrar la atención sobre el marco-objetivo o el marco-realimentación. Por ejemplo si cogemos el comentario “Esa idea nunca funcionará” y lanzamos la pregunta: “¿Cómo pondrías esa idea en práctica?”, sigue habiendo crítica pero mucho más productiva.

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