Estoy volando, dirección San Jose de Costa Rica. Antes, cerca del aeropuerto, he pasado por un cartel publicitario de una organización sin animo de lucro que decía: “almas de construcción masiva”. Me encantó.
Emociones: unas sanan, otras enferman
Llevado esto al mundo de las personas, todos tenemos emociones que sanan y por el contrario, emociones que enferman. Alguien decía que “una emoción es energía en tránsito, energía que se desplaza”. De esta manera, nuestra capacidad de actuar, de pensar, de gozar, se reducirá a su mínima expresión si desplazamos nuestra energía hacia un continuo malestar emocional: cuestionando permanentemente si me siento bien o me siento mal, si estoy haciendo las cosas bien o mal, si estoy acertando con esta decisión o por el contrario si me estoy equivocando …
¿Como salir de ese bucle que no nos lleva a ninguna parte? Sencillo, haciendo las cosas con y por amor. “Lo que el mundo necesita es amor”. No se qué filósofo definía el amor como la voluntad que tiene el amante de unirse con el amado. Esto se hace presente cuando te regalo una rosa, cuando te toco con mis dedos los rizos de tu pelo, cuando vemos una película tumbados en el sofá mientras nos acariciamos, cuando reímos y nos sonreímos con complicidad, cuando hacemos el amor hasta el éxtasis. Se trata de llenar nuestros pulmones de aire de comprensión, de empatía, de humor y alegría, … Aire puro.
Asi que lo que determina que una persona se contagie de una emoción destructiva o constructiva es creer en el amor. Para luego practicarlo en su vida cotidiana y diaria, allá donde vaya. Y lo digo de verdad. Sin verguenza alguna: es el paso necesario para empezar a cambiar el mundo. Si cambias tu mundo interior, cambiarás tu entorno más próximo. Asi que te invito a que invoques, evoques, vincules, te unas, te encuentres, te alegres … Conéctate con otros, conecta con la vida.
De ti depende, sólo de ti, si quieres pintar una carita con la boca hacia abajo o pintar una carita sonriente. Y lo que pintes … es para toda la vida.