La vida es una aventura o no es nada

“La seguridad es básicamente una superstición. No existe en la naturaleza. Evitar el peligro no es más seguro que nuestra exposición al paso del tiempo… La vida es una aventura atrevida o no es nada”.

Eso decía Hellen Keller, que con libros como “El mundo en el que vivo”, nos narra el contraste entre la riqueza de la vida íntima que su alma albergaba y la menguada vida sensorial de la que Keller fue víctima con tan solo 19 meses de edad, quedándose sorda y ciega.

¡Qué gran verdad! Todo en la vida es una serie de retos, de obstáculos que vamos derribando uno a uno, y cuando creemos que ya hemos terminado, nace uno nuevo con el que hay que lidiar. La vida la podemos planificar, pero muchas cosas, la gran mayoría, no están en nuestras manos. Hay que aprender a convivir con lo que va llegando a nuestras vidas. Pero con la actitud necesaria los vamos superando, con coraje y plantándole cara al miedo. En esos momentos, ser frágil no debe incomodarte. A todos nos pasa frente a un gigante que nos quiere aplastar. Sin ocultarte de nada, acepta esa fragilidad y acepta el riesgo.

Sin ocultarte de nada, acepta esa fragilidad y acepta el riesgo

Quizá, como a mí en ocasiones, lo que te cuesta es no llegar a tus expectativas. Claro, nos pasa a tod@s. Sin embargo, me he dado cuenta que son muchas las veces que mis expectativas me autolimitan. Incluso me cargan de sentimientos y emociones limitantes y negativas. Quizá se puede vivir mejor con uno mismo y con los demás si nos desapegamos de nuestros objetivos y expectativas, y caminar sin más que nuestra propia mochila de valores a la espalda y sin saber que nos vamos a encontrar. Porque al fin y al cabo todo va a depender de cómo interpreto las cosas que ocurren y pasan a mi alrededor.

Así que pásatelo en grande, pensando aún más grande, acepta las cosas sin que te afecten negativamente, intenta percibir todo lo bueno que se proyecta en tu vida y dale la vuelta al mundo con tus pequeños actos y tu gran sonrisa, afrontando las cosas con gran intensidad y con esa dedicación y amor que merece la pena tener, ya que hace que marques la diferencia. Como diría la propia Hellen Keller “las cosas más bellas y mejores en el mundo, no pueden verse ni tocarse, pero se sienten en el corazón”.

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