Aprendiendo cada día a ser más tolerante para ser más feliz

*Foto de portada: Durante el apartheid, el matrimonio interracial era ilegal en Sudáfrica. ONU/Mark Garten

Hoy es el Día Internacional para la Tolerancia. Está en la base de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y es más importante que nunca “en una era en que el extremismo y el radicalismo violentos van en aumento y en que se amplían los conflictos caracterizados por un menosprecio fundamental de la vida humana” (ONU).

Sin embargo, desde mi posición como observador de la realidad, no hay que irse a una perspectiva tan global para ver como diaria y cotidianamente, en nuestras vidas el diálogo entre las personas se convierte en una constante incomprensión y falta de respeto mutuo. Porque raro es el día que no escucho conversaciones en muy diferentes contextos y hasta en países muy diferentes unos de otros donde viajo acerca de situaciones que evidencian ciertos signos intolerantes, como ciertos comentarios negativos acerca de personas que tienen orígenes étnicos diferentes; posturas inflexibles y rígidas entre personas y parejas enfrentándose por pensar de forma diferente; con aquellos que profesan religiones diferentes; racismo, sexismo, homofobia, intolerancia política y todo es producido por el miedo a todo aquello que sea diferente a nosotros y entonces… surge como respuesta la intransigencia y el extremismo.

Siendo sincero, también yo hay momentos que soy intolerante con otras personas, quizás por defender con vehemencia mis puntos de vista, dejando de escuchar y aceptar a los demás desde sus diferencias, sin valorar las distintas formas de entender la visión de la persona con la cual estoy en esos momentos interactuando. En un mundo de constante cambio, la intolerancia melimita y simplifica, me hace ignorar la enorme variedad y alta complejidad de este mundo tan bonito que tenemos y al que hay que cuidar.

No obstante, ser tolerante no significa ser permisivo contra aquellas personas que atentan contra uno. Ser tolerante significa permitir, por ejemplo, que tu pareja quiera expresar y hasta defender su punto de vista, a pesar que tu visión sea muy diferente, pero si comienza a elevar mucho el tono de vozo se pone algo agresiva, pedir que baje el volumen de su voz o se tranquilice no es de ninguna manera intolerante, siempre y cuando la petición se haga de manera adecuada y respetuosa.

El límite entre ser tolerante y permisivo radica en demostrar a la otra persona que en nuestra conversación tenemos el deseo y sobretodo la buena intención querer entender su mapa del mundo, aunque no concuerde con el nuestro. Así que, seguiré aprendiendo a usar la empatía, porque si nos ponemos en el lugar de la otra persona, será más fácil entender sus ideas, sentimientos y temores. Quiero ser más tolerante para ser más feliz. 

Al fin y al cabo, recuerda que la felicidad es una elección propia y no un estado que debe ser alcanzado o una situación que te suceda.

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