Decía Aristóteles que todos buscamos incansablemente a lo largo de nuestra vida la felicidad. Otras personas se cuestionan la razón de preguntarnos si hay algo más allá de la Felicidad, y quizás tengan razón, porque dejaríamos de vivir el presente, que es donde está el bienestar y la plenitud.

Un café en buena compañía, una puesta de sol en la playa, una buena película, libro o música, un viaje de fin de semana, un paseo por el campo con tu perro… ahí reside el encuentro con esos momentos de felicidad, es el disfrute de esa vida que nos reconforta. Así que más allá de la felicidad lo que hay es más felicidad, quizás lo único que hay que hacer es aumentar su dosis.

Otras personas plantean que más allá de la felicidad está la espiritualidad. Ese lugar que un monje tibetano, por ejemplo, diría que no existe tiempo, espacio, ni siquiera movimiento… tan solo un estado espiritual y de bondad absoluta.

Y coincido con todo esto. Sin embargo, desde mi punto de vista, claro que hay algo más allá de la felicidad de uno: hacer felices a los demás. Como diría el Dalai Lama “si quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión”.

Creo firmemente que uno no puede llegar más allá de la felicidad, es decir, ser feliz del todo, si a mi alrededor otros seres, personas y animales, carecen de ella e incluso sufren. Por eso, la compasión es un comportamiento dirigido a eliminar el sufrimiento y a producir bienestar en quien sufre. Es fundamental para lograr la calma y el bienestar, así que es necesario construir y desarrollar la compasión.

Ir más allá de nuestra felicidad procurando la felicidad de los demás es cuidar de que todos los seres vivos sean felices, cuidando por lo tanto nuestro medio ambiente. Se trata de preocuparnos por los otros con los que compartimos este planeta ahora y los que vivirán en él en el futuro, reciclando, reutilizando y asegurándonos de que los animales son bien tratados, con dignidad.

Ir más allá de nuestra felicidad procurando la felicidad de los demás es dar a todo el mundo el derecho a una educación digna, así como reducir drásticamente los niveles de pobreza existentes, luchando por un mundo con una riqueza, empleo y oportunidades mejor distribuidas, donde además todas las personas tengan acceso a una asistencia médica gratuita y de calidad, en un espacio social, político y económico más íntegro y ético así como interreligioso.

La felicidad, tu felicidad, mi felicidad, depende de la felicidad de los demás. Practicar el pensamiento y la acción compasiva es que cada uno de nosotros reflexionemos y pongamos en valor y en resultados cómo uno puede aportar más felicidad en su barrio, ciudad, en su entorno inmediato, con pequeñas acciones que una a una se irán haciendo grandes… para paliar las desigualdades y el sufrimiento de los demás. No podremos ir más allá de la felicidad sin ser felices todos.

“Quien salva una vida salva al mundo entero” – Talmud hebreo.