Mi fiel amiga de cuatro patas mueve la cola al verme. Su confianza es total hacia mí. Sabe que la voy a llevar al Parque de El Retiro para que se revuelque en la hierba, huela, explore, corretee. Todo es alegría a su lado.
Llegamos a casa y después de comer, se tumba a mi lado y mientras la acaricio ronronea. Soy su refugio, también ella es el mío. Todo es seguridad y tranquilidad a su lado. Los problemas están afuera. El cariño, dentro.
Esta noche se portó algo mal, tuvo su castigo merecido. Sin embargo, Luna es nobleza, sabe perdonar. No existe rencor en mi amiga. Y me vuelve a lamer la cara, es la autenticidad del amor.
Ahora, ya tiene 12 añitos, es mayor, hay que ir paso a paso, poco a poco. Con paciencia. Y aun así, tiene cualquier detalle que me arranca una sonrisa de mis labios.
Luna, mi perra preciosa, me enseña a valorar los pequeños grandes detalles de la vida y a ser mejor persona día a día. Los animales son puro amor. Te animo a que adoptes un perro… entenderás enseguida por qué te enseña tanto… ¡y más!