“Siempre quejándote de todo y la vez fingiendo no darle importancia a nada, vives de esperanzas, pero no sabes ni qué esperas” – Julio Cortázar

Reflexiona por un instante: ¿Cuántas veces te has quejado en casa y en el trabajo hoy? Te darás cuenta inmediatamente de que buena parte del día has dedicado tu energía a la negación y a la limitación. Nos hemos acostumbrado a dedicarnos a pensar más en los problemas que en las soluciones, y claro, eso da como consecuencia ser un experto en quejarte, eres un quejólogo en potencia.

Quejarte es quemarte la sangre, habituarte a pensar de forma pesimista en los obstáculos y bloqueos para lograr las cosas, lo cual te lleva a especializarte no solo en la quejología, sino en otra casi más dañina y peligrosa: la excusología, bien porque no queremos hacer las cosas, bien porque es más difícil actuar que excusarse, bien porque buscar soluciones nos supone un elevado esfuerzo.

La lamentación no sirve más que para afectarte en tu estado de ánimo, además de que no asumes que tú y solo tú puedes controlar tu destino gracias a tu voluntad, esfuerzo, actitud y sobre todo autorresponsabilidad. Es sacar la responsabilidad personal de tu problema fuera de tu control.

No haces deporte, imaginemos. Justificas todo lo que sea necesario para no hacerlo y continuar de esta manera con tu vida sedentaria. Así no haces nada. Hasta que las justificaciones no son válidas… no te las crees ni tú.

Esto no quiere decir que no seas crítico con las cosas, con tu trabajo, familia, etc. Pero una cosa es la queja negativa, otra es ser asertivo y otra, incluso, la indignación por aquello que no tienes por qué soportar.

Sin embargo, analiza en primer lugar aquello que te preocupa o molesta, y posteriormente, oriéntate a mejorar la situación y a encontrar alternativas y nuevas opciones. Porque si te focalizas en las soluciones en lugar de los problemas, estás orientando toda tu mente y esfuerzos en dirigirte a dicha solución. Estás atento y concentrado en lo que buscas.

No te quejes tanto, no pongas excusas, admite y deja de autoengañarte, busca el optimismo en cualquier ámbito de tu vida y, con actitud proactiva, las soluciones para llevarlo a cabo. Supera cualquier negación y haz que sucedan las cosas. BUSCA SOLUCIONES.