© Thomas Hoepker (Magnum Photos): una de las fotografías más conocidas y al mismo tiempo polémicas del 11-S.

Parece mentira: parece que fue ayer y mañana, que volveré a coger un avión como casualmente todos los 11-S, habrán pasado ya 10 años del fatídico 11 de septiembre, de esas imagenes que todos tenemos grabadas en nuestra memoria colectiva de la caída de las torres del world trade center. “Nunca olvidaremos” dijo Obama. Así es. Fue el día que cambió el mundo … para siempre.

Miro hacia atrás y diez años después me encuentro con un mundo nuevo: con el 11-S, nos entró la paranoia de la inseguridad, de hecho, el turismo global no volvió a ser el mismo tras los ataques; entraron en primer plano las llamadas teorías de la conspiración que tanto daño nos han hecho; Estados Unidos entró en guerra con Irak y posteriormente con Afganistán.

Asistimos a las detenciones ilegales y torturas en ese infierno de Guantánamo donde volvimos a dejar la inocencia atrás viendo como se violaban una y otra vez los derechos humanos; se comenzó la cacería del terrorista más buscado del mundo, Bin Laden, hasta que el pasado 2 de mayo dieran con él y lo mataran. Antes, países como Indonesia, Australia, Arabia Saudita, Marruecos, Argelia y ciudades como Londres y Madrid (el 11 de marzo de 2005) fueron testigos de cientos y cientos de muertos por atentados de Al Qaeda.

Las naciones miembros de la Opep decidieron reducir la producción de petróleo sustancialmente por problemas políticos. Esto añadido a grandes movimientos especulativos hizo que los precios en los últimos cinco años se salieran de control y un barril que costaba US$20, llegó a estar por encima de los US$100, afectando el consumo mundial.

También cambió el nuevo orden mundial donde los norteamericanos dejaron de ser tan predominantes dando el testigo ahora a quien manda geopolíticamente: China, y dando entrada en este nuevo panorama a nuevos países estratégicos y emergentes como India, Brasil, Rusia.

Hemos visto en estos 10 años pasados conflictos que en lugar de evolucionar satisfactoriamente han creado muros de exclusión como el de Palestina e Israel y EEUU y México. Volvimos a asistir a conflictos como el de Birmania, a un nuevo conflicto en Cachemira entre India y Pakistán, una confrontación histórica que en ningún caso no está producida por la diversidad religiosa, como algunos nos quieren hacer ver, sino que es un conflicto político derivado de una nefasta partición territorial a cargo de las potencias occidentales durante el proceso de descolonización.

En América Latina la inseguridad y los cientos de muertes son ocasionadas por el terrorismo de grupos como las FARC en Colombia, y el narcotráfico en México.

También en esta pasada década los científicos nos han seguido alertando del calentamiento global, y los gobiernos, más preocupados por otras cosas, siguen dejado de lado el futuro de nuestro planeta; que decir también de los desastres naturales, como el último en Japón que hoy hace 6 meses del desastre y que a día de hoy todavía se intenta controlar la central nuclear de Fukushima con más de 80.000 desplazados por la radioactividad; y recientemente no puedo dejar de hablar de la vergüenza e inmoralidad en pleno siglo XXI de la hambruna que padece el cuerno de África, incluido Etiopía y Kenia, donde estamos tapando los ojos y dejando morir a miles de niños. Una situación insostenible que como siempre la comunidad internacional llega tarde, demasiado tarde.

Y desde el 2008 la vieja Europa y EEUU sigue sin tener recetas claras para salir del sufrimiento de una crisis económica sin precedentes desde 1929 que destruye millones de empleos, con un sistema bancario en serias dificultades, la bolsa por los suelos, con un déficit público que nos ahoga y añadiendo a que los países europeos están en serias dificultades para pagar su deuda soberana.

En esta nueva ola también nos encontramos con algunos procesos positivos: Estados Unidos por fin ha iniciado la retirada de Irak y Afganistán; las revueltas en los países árabes como Egipto, Túnez, Siria, Libia, y tal vez Yemen y Marruecos más adelante … están haciendo derrocar gobiernos autoritarios y corruptos dando paso a un incipiente proceso democratizador; y entre nosotros y expandiéndose internacionalmente el movimiento de los indignados, verdaderas fuerzas de cambio y transformación. Las redes sociales se han convertido en estos últimos años en un enlace perfecto entre personas de todo el mundo. Nunca 500 millones de personas podían unirse y comunicarse principalmente gracias a facebook o twitter.

Vaya 10 años …. Confiemos en que esta nueva década nos arroje más luz y esperanza hacia un mundo menos desigual, más pacífico y solidario. Mi más sincero homenaje a esta década ya perdida y a todas aquellos millones de víctimas inocentes de tantos y tantos países.