No es país para padres: Huellas para el futuro

Continúo con mi sección de post relacionados con “No es país para padres”. No sé si habéis leído una carta que está literalmente arrasando en internet de una profesora ya jubilada que expone sin tapujos que somos los padres los culpables del fracaso del sistema educativo. Esto es lo que ha escrito:

“Como profesora jubilada, estoy harta de gente que no sabe nada sobre escuelas públicas o que no ha estado recientemente en un aula para decidir cómo arreglar nuestro sistema educativo. ¡Los profesores no son el problema! ¡Los padres son el problema!

No enseñan a sus hijos modales, ni respeto, ni siquiera lo más elemental sobre cómo relacionarse con los demás. Los niños vienen al colegio con zapatos que cuestan más que toda la ropa del profesor, pero no tienen papel ni lápiz. ¿Quién se los proporciona? A menudo lo hacen los profesores, de su propio bolsillo.

Cuando veas escuelas que ‘fracasan’, mira a los padres y a los estudiantes. ¿Vienen los padres a los eventos de la escuela? ¿Hablan regularmente con los profesores? ¿Se aseguran de que están preparados y cuentan con el material necesario? ¿Saben si hacen los deberes? ¿Tienen números de teléfono operativos? ¿Toman los estudiantes apuntes en clase? ¿Hacen sus tareas? ¿Escuchan en el aula o son fuentes de interrupciones en clase?

Cuando examines esos factores verás que no son las escuelas las que fracasan, sino los padres. Los profesores no pueden hacer su propio trabajo y el de los padres. ¡Hasta que los padres se den cuenta y hagan lo que deben hacer, nada va a mejorar!”.

Es claro que los padres deseamos lo mejor para nuestros hijos. Y es más claro todavía que no existe ni existirá una receta mágica que pueda decirnos cómo educar a nuestros hijos adecuadamente. Sin embargo, ciertas conductas que utilicemos con ellos día a día marcará una huella indeleble en el futuro de ellos:

Para mí el comportamiento más importante que tenemos que tener, dar ejemplo:  sin duda alguna, mi hijo imita y reproduce mi comportamiento. Una conducta y educación en los valores universales de la vida son básicos para marcar huellas de futuro en nuestros hijos.

Sin embargo, dar ejemplo es también es un arma de doble filo, puesto que es muy habitual (empezando por mí mismo cuando no soy consciente) que les eduquemos proyectando nuestras expectativas, esto es, tanto nuestros deseos cumplidos como nuestras propias frustraciones (deseos no cumplidos). Hasta proyectamos nuestra etapa infantil sin resolver, esperando que ellos se comporten como nos gustaría que lo hicieran. De lo contrario, nos desagrada su conducta, o nos agobia, sintiendo un nudo en la garganta, nos autopresionamos, y nos da por querer cambiarlo a toda costa.

Es curioso, nos pasa a todos, es un mecanismo prácticamente inconsciente, producto de nuestras necesidades y hasta carencias. Tratar de revisar nuestro propio comportamiento como padres es algo necesario. Porque es muy común que distorsionemos la realidad intentando que nuestros hijos se comporten como deseamos, reduciendo su libertad y libre albedrío.

Otra conducta es tratar de promover un clima de apertura, escucha y confianza desde su propia autorresponsabilidad. Fomentar la sinceridad y honestidad, el diálogo, la tolerancia, la espontaneidad, inculcar el respeto hacia los demás, la empatía y la colaboración es educar desde los valores de la comprensión.

También darse cuenta que deben tener sus propias responsabilidades, preparar la mochila del cole, hacer la cama, recoger su habitación después de jugar, ayudar a poner la mesa. Incluso si se equivocan o cometen errores, será sin duda un excelente camino desde el afrontar cómo resolver la situación como un enfoque desde el cual aprender y mejorar.

Se trata de fomentar cierta autonomía en ellos, algo que a mí al menos me cuesta mucho con mi hijo Alejandro. Supongo que intentar darle una mayor autonomía para que decida por sí mismo algunos aspectos, así como reconocerle aquello que ha realizado correctamente le generará mayor confianza y seguridad en sí mismo.

Aunque al final de todo, la mayor huella que podamos grabar en su memoria para el futuro es nuestro amor, cariño y alegría cuando estamos juntos.

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