Limpia tu mente consciente sacando al niño interior de tu vida

Tenemos que poner orden en nuestro consciente para poder limpiar nuestra mente de muchos pensamientos limitantes, así como cierta basura emocional que siempre hay en nuestro interior. Porque limpiar nuestra mente supone tener mayor dominio de nuestra consciencia.

La mente se divide en dos grandes áreas: la consciente y la inconsciente. En este post, voy a detenerme en la parte consciente, que puede dividirse en 3 grandes pilares:

1- La primera es el área del niño (el super ego), donde están nuestras creencias personales, nuestros valores, inculcados por la familia, la sociedad en la que vivimos, nuestra educación. Es para que lo entiendas mejor, nuestra conciencia moral. Limpiar nuestras creencias es importante ya que podemos estar teniendo creencias que nos auto limitan, o viejas creencias o paradigmas que ya no nos sirven para nada.

2- La segunda área de la mente consciente es el yo ideal, se trata de reaccionar de forma mecánica a la anterior, es decir, si tengo una creencia determinada quiero cumplirla. Por decirlo de otro modo, es un área de nosotros donde nos vemos por un lado como si fuéramos un súper héroe y al mismo tiempo también como nos gustaría que fuéramos.

De alguna forma es un intento de cumplir una visión idealizada de mí mismo, que busca cumplir con los deseos del niño (el super ego). Se corresponde con fantasías de perfección imposibles de alcanzar. Y precisamente por eso, como es imposible de alcanzar, nunca logramos una paz y equilibrio suficientes como para sentirnos seguros, estables y fuertes. Somos un personaje tiranizado por nuestros ideales, que deseamos cumplir al coste que sea. Por eso, esta parte de la mente debe ser detectada y desactivada si queremos utilizar sus recursos de forma mucho más eficiente.

3- La tercera área consciente de la mente es el adulto (yo-experiencia), es una mente que está presente, aquí y ahora, una mente que puede utilizar la lógica, la creatividad, hasta el autoconocimiento, porque está libre de creencias y miedos y con la que podemos abordar el análisis de las cosas. Es el resultado de todo lo que vivimos a través de nuestra experiencia y nuestra acción.

Con las tres áreas conscientes podemos observar que vivimos dos planos distintos: El plano ideal, donde el niño y el yo ideal se sienten atraídos por aquellos deseos idealistas que cada uno tenemos. Y el plano de mi experiencia real, del adulto, en el que soy capaz de hacer unas cosas determinadas o no soy capaz de hacerlas.

Cuanto más se separe el niño del adulto, es decir, cuanto más diferente sea mi percepción ideal de mi percepción real, más estaré en conflicto con la vida real

Cuanto más se separe el niño del adulto, es decir, cuanto más diferente sea mi percepción ideal de mi percepción real, más estaré en conflicto con la vida real porque estaré viviendo en mi mente cosas diferentes de la realidad (por ejemplo, cómo soy y cómo me ven los demás). Cuanto más choque con la realidad, más frustrado me sentiré y mayor necesidad tendré de desear futuras realizaciones (se irá haciendo más y más grande mi yo ideal y la brecha se ensanchará más y más).

Para calibrar el valor real del adulto, una idea que te doy es que mires lo que haces realmente, lo que haces desde la experiencia. Porque muchas veces, pensamos en hacer cosas que finalmente no hacemos, y se quedan en el área consciente del niño, que no realiza, solo idealiza.

Por un lado, está la parte que parece tratar de convencernos y abogar a favor de tomar tal decisión o de emprender tal acción. Las razones para hacerlo usualmente se presentan como lógicas, convincentes o adecuadas. Pero por otro, está el niño, que se porta con nosotros como un verdadero sádico, ya que no nos deja ser felices.

Mira lo que haces realmente, lo que haces desde la experiencia

Un ejemplo: no sabes si seguir en tu trabajo actual o crear tu propio negocio. Tu puesto actual te gusta, tiene un horario fijo y adecuado y ganas el dinero suficiente para vivir adecuadamente. Crear una empresa te reportaría con el tiempo una remuneración económica mayor, pero también te demandará más horas de trabajo. Esta última idea es la que finalmente decides: tendrás más recursos económicos, más reconocimiento, más iniciativa propia, etc.

Sin embargo, mientras estás tomando la decisión aparece en escena el niño: estás cometiendo un grave error, te dice interiormente, pero no le haces caso, lo tienes claro. Una vez comienzas con tu nueva empresa, el niño te habla y te habla: demasiado tiempo dedicado a tu negocio, dejaste de tener vida personal y familiar, has desbalanceado tu vida profesional con tu vida personal y familiar, no tiene sentido lo que estás haciendo, solo estás trabajando por dinero, te has salido de la ruta de tu felicidad… ¿Es esto lo que deseabas? ¿De verdad?

Así que el niño nos tiende una trampa con tal de que nunca consigas tener el bienestar que deseas ni a conseguir vivir de acuerdo a ti mismo. El niño nos mantiene atrapados en un estado de malestar, apatía y desazón constante. Es un sádico, como decía antes.

Por ello, desde tu mente consciente de adulto, observa también cuáles son las cosas que te molestan, que te enfadan o que te deprimen. Porque las cosas te disgustan en la medida que van en contra de los contenidos del yo ideal cuando el niño es fuerte en ti. Porque aquello que no te gusta es la negación de una idea, es una representación de tu yo ideal.

Por eso es importante que aprendas a distinguir en tu vida estos dos niveles de tu propia realidad.

La solución, desde mi punto de vista, es por un lado, aprender a autoconocernos más, y por otro, actuar desde la experiencia en función de lo que pensamos, es decir, poner en práctica lo que uno piensa, con el objeto de conciliar el niño con el adulto, para que el niño (idealista y caprichoso) que tenemos cada uno de nosotros no se refugie en las ideas e interpretaciones de la realidad, sino que lo viva y experimente como adulto que somos.  Así que, saca la parte adulta de tu vida para que sea realmente quien controle tu vida.

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