Acabo de terminar un libro muy bueno: “practicar la felicidad” del profesor de Harvard Tal Ben-Shahar.
Estamos tan obsesionados con la búsqueda de la felicidad, que confundimos la felicidad con el placer y el bienestar. La auténtica felicidad no excluye cierta medida de malestar emocional y de dificultades. Como decía Viktor Frankl:
“Lo que necesitamos no es vivir sin tensiones, sino la fortaleza para alcanzar las metas situadas al otro lado de ellas. Lo que necesitamos no es librarnos de las dificultades a toda costa, sino encontrar un significado propio a la vida que nos merezca la pena, al lado de las personas que queremos y nos quieren”.
A lo largo de la vida enfrentaremos momentos muy difíciles y no se trata de engañarnos tratando de verle el lado bueno a todo, sino de elegir cómo enfrentar las dificultades que se presentan y hacer lo mejor que pueda con ese problema.
La clave de la felicidad es resolver y superar obstáculos
Así que de actitud optimalista, nada. Porque la actitud optimista es otra cosa: No se trata de ignorar los problemas, sino de reconocer lo bueno que hay en tu vida. Así que hazte preguntas positivas y no te enfoques en lo negativo. Porque la verdadera felicidad es algo más simple y duradero: es un estado mental.
“Para ser más feliz, uno debe crear un ambiente de crecimiento en el que se sienta útil, perciba que aprende y se desarrolle“. Gretchen Rubin
Así que percibo la felicidad cuando uno es parte de algo mucho mayor, y cuando nos damos permiso para ser humanos, es decir, experimentar toda la gama de sentimientos, abriéndonos al dolor y a las emociones positivas. Es un estado de la mente, donde a tu alrededor hay amor y alegría. Así está mi mente.