Tu mente no para de jugar contigo ¿qué puedes hacer?

En nuestra vida diaria y cotidiana, somos capaces de resolver situaciones, de imaginar, de crear, de tomar decisiones más simples o más complejas. Sin embargo, esa claridad en muchas ocasiones se vuelve ceguera ya que nuestra mente nos confunde y hasta engaña. Porque tu mente, aunque no lo creas, no para de jugar contigo, condicionando tus percepciones, formas de pensar, comunicarte y actuar conforme a esas trampas perceptivas. Obviamente, no nos damos cuenta, no surgen desde nuestra capa racional y consciente, sino que actúan sobre nosotros de forma inconsciente.

Un ejemplo de esto es que buena parte de nuestros recuerdos están distorsionados: esto se da en situaciones como que recordamos mejor lo primero y lo último que hemos aprendido o que recordamos mejor lo que aprendemos en un estado de ánimo concreto o que recordamos mejor aquello relacionado con sucesos especialmente significativos. Las emociones y según como las vivimos afectan nuestra experiencia: un ejemplo gráfico, cuando vemos a alguien de nuestro círculo familiar o amistades sentir dolor, nuestra propia mente creará el efecto como si lo sintiéramos nosotros mismos.

Así que nuestra memoria vivida da coherencia a nuestros recuerdos. Es mediante nuestras experiencias subjetivas como recordamos las cosas. Pero la subjetividad es una distorsión en sí misma puesto que es un asunto de nuestra precepción. Eso supone que afecta a nuestros sentidos. ¿Sabes por ejemplo que si repites mucho las mismas palabras pierden su significado?, al hacerlo empieza a sonar como algo que no tiene sentido. O que nuestra mente es capaz de ignorar cierta información, aunque la tengamos delante.

Tenemos que estar plenamente atentos a nuestros pensamientos, para identificar cuáles son aquellos que por nosotros mismos estamos deformando, teniendo las herramientas necesarias poder ser conscientes de ellos. Para ello, lo primero que tienes que tener claro es que las emociones tienen poco que ver con los sucesos reales. La emoción procede de lo que la persona se dice a sí misma, es decir, de la interpretación del suceso y no del propio suceso.

Para eso, una herramienta valiosísima es ABC. Un ejemplo:                

A) Hechos y sucesos

Hoy por la mañana enciendo el lap top y comienzo a escribir después de desayunar.

B) Auto debate de mi pareja

Jorge no me hace caso… prefiere escribir a estar conmigo… no me dedica tiempo… no soy su prioridad…

C) Emociones de ella

Como consecuencia de ese debate interior, se originan emociones de ansiedad, tristeza y hasta cólera.

 El suceso (el hecho de ponerme a escribir) aisladamente no causa la emoción. Sólo cuando mi pareja percibe subjetivamente la realidad es cuando se origina en ella emociones limitantes y negativas. se genera la ansiedad y la cólera. Pero, ¿es real esa forma de pensar de mi pareja?, ¿tiene razón?, Cuando los pensamientos negativos se sacan fuera de contexto, se hacen más grandes de lo que realmente son. Porque esos pensamientos se expresan a menudo en forma de afirmaciones absolutas. El resultado final es que todos nuestros pensamientos (producidos por emociones negativas) se exageran y llenan nuestra conciencia de limitaciones, excluyendo todo lo demás. Los pensamientos entonces se magnifican y tremendizan, se toman y se sienten como verdades, cuando son solo producto del pensamiento. Si una persona tiene pensamientos y creencias deformadas, sus emociones reflejan estas distorsiones.

Se trata de corregir pensamientos provenientes de la generalización y la polarización. Ambos son emociones extremistas porque crean una realidad en blanco y negro, no hay matices grises. Además, la situación se puede volver más y más complicada ya que dicha experiencia desagradable significará que siempre que se repita que Jorge se siente a volver a escribir delante de su pareja, se repetirá la experiencia desagradable en ella.

¿Qué puedes hacer?

1.Desarrolla el pensamiento ABC para identificar la distorsión de tus pensamientos o el de los demás. Hay que tratar todas las opiniones como hipótesis que deben ser probadas y comprobadas, cuestionándolas. Asimismo, ten en cuenta que lo que una persona siente depende enteramente de lo que piensa.

2.Interpreta los juicios repentinos, preconcebidos (prejuicios), intentando averiguar la interpretación de esos pensamientos y suposiciones y cuál es la razón que motiva ese comportamiento. Se trata de centrar la atención sobre las estrategias de afrontamiento del problema, más que obsesionarse por el propio problema. Por ejemplo, dándonos cuenta que tendemos a exagerar o a pensar en “absolutos”.

3.Evita palabras que indiquen generalizaciones, especialmente: todo, nadie, nunca, siempre, todos y ninguno.  Los pensamientos y las sentencias que incluyen estas palabras ignoran las excepciones y los matices del gris. Para hacer los pensamientos más flexibles, úsense palabras tales como es posible, a veces, y a menudo. Se trata de ser más específico y concreto, eliminando etiquetas genéricas y globales. Hay que ser particularmente sensible a las predicciones absolutas sobre el futuro, son peligrosas porque pueden llegar a ser profecías que al hacerse explícitas conducen a su cumplimiento.

4.Escucha activamente, es la forma de reflexionar si tienes la razón porque escuchar puede llevar a la conclusión de que a veces uno se equivoca. Para escuchar activamente hay que participar en la comunicación repitiendo lo que se cree que se está escuchando para asegurarse de que se está entendiendo realmente lo que los demás están diciendo. Este proceso de comprobación ayuda a que dos personas que no están de acuerdo aprecien mutuamente sus respectivos puntos de vista. Hay que concentrarse también en descubrir lo que se puede aprender de la opinión de los demás.

En conclusión, todas las personas somos diferentes. La clave radica en ver la singularidad de cada persona, sus necesidades, deseos, limitaciones y miedos. Cualquiera de nosotros tiene derecho a una opinión, pero ha de tomar en consideración la posibilidad de estar equivocado.

Top