Dicen que a medida que somos más mayores, nos vamos pareciendo a nuestros padres. Y en especial, cuando somos padres o madres, parece que imitamos inconscientemente las conductas de papá y mamá por el recuerdo emocional y subconsciente de lo que vivimos en nuestra época de la infancia.

Así que, si nos cuidaron bien o no tan bien, parece que intentaremos reproducir ese comportamiento cuando nos llega la hora de adoptar el rol de papis y mamis.

Cuando somos niños, somos como una escultura que se va esculpiendo por las manos de nuestros padres

Es verdad que esto es así, puesto que cuando somos niños, somos como una escultura que se va esculpiendo por las manos de nuestros padres: imitamos sus comportamientos, recibimos afecto, aprendemos sus valores, creencias, reglas y límites. Así que, para bien o para mal, cuando éramos niños, integramos a nuestros padres dentro de cada uno de nosotros.

Es de ahí de donde se deduce el llamado “síndrome del amor negativo”, que no es otra cosa que la adopción de las conductas, estados de ánimo, características y mensajes negativos de nuestros padres. Por causa del amor negativo, en la infancia adquirimos estos comportamientos a fin de no superar por un lado a nuestros padres, con la esperanza de que ellos nos acepten y nos amen, y por otro para castigarlos subconscientemente, como venganza por habernos hecho tal o cual cosa o tan simple como ser como ellos. Esto nos provoca como resultado sentir vergüenza, culpabilizarnos y autocastigarnos. Y sin querer ni saberlo, transferirlo a nuestros hijos.

Pero también es igualmente verdad que, si tu infancia no fue tan bonita y feliz, para no reproducirla en tus hijos, tendrás que reflexionar sobre algo muy básico: ¿cómo cuidaron mi padre y mi madre de mí cuando era pequeño? Porque de esta manera, seremos capaces de trascender las características negativas de nuestros padres sin sentir conflicto interno.

Para cuidar a tus hijos, tendrás que cuidar tu yo interior

Es por eso que, para cuidar a tus hijos, tendrás que cuidar tu yo interior, imitando conscientemente todo lo bueno y positivo que hubo en tu infancia y modificando tus comportamientos si no lo fueron tanto, recordando qué aprendiste de tu padre y tu madre, decidiendo conscientemente qué deseas ser y hacer dentro de ese rol paternal tan importante:

¿Qué es lo que quieres? ¿Qué deseas por encima de todo para tus hijos?

Porque solo podrás cuidar a los tuyos en la medida en que hayas aprendido a cuidar tus propias conductas y comportamientos. Así que conecta con tu interior y da aquello que deseas dar a tus hijos, sabiendo que lo que estás dando es lo que deseas dar de forma consciente para que tus hijos vivan una vida plena, serena y con sentido.