Sabemos que las palabras bonitas, optimistas y desafiantes tienen consecuencias positivas para nuestra mente y para el funcionamiento de un cerebro sano y altamente productivo. Porque como digo en mi libro “9 gotas de bienestar y plenitud” (Amazon), las palabras transforman nuestro cerebro y, por tanto, nuestra vida. De esta forma, nos dirigen o bien hacia un sendero limitante y negativo o, si utilizamos un lenguaje positivo, hacia la ruta de crecimiento, bienestar y plenitud.

Somos lo que decimos, pero también somos cómo lo decimos

En Programación NeuroLingüística (PNL) sabemos que somos lo que decimos. Pero también somos cómo lo decimos. Un estado emocional positivo se puede conseguir de muchas maneras, pero una de ellas es mediante el lenguaje. Por eso, es vital que seas consciente del tipo de lenguaje que usas en tu día a día, es decir, qué es lo que expresas a los demás, qué tipo de palabras utilizas y la forma en que las dices. ¿Utilizas un lenguaje agradable, alentador e inspirador o por el contrario usas un lenguaje negativo, deprimente y derrotista?

Está en ti elegir conscientemente qué tipo de comunicación deseas transmitir. Tu lenguaje afecta directamente a tus pensamientos y estos están estrechamente vinculados con tus estados emocionales. Por ejemplo, si alguien te dice: “eres un inútil”, construirás una imagen de ti mismo en base a que no haces las cosas bien.Esto, reiterado en el tiempo, tendrá enormes consecuencias en tu autoestima y en tus emociones, reduciendo tus posibilidades de ser mejor persona y mejor profesional, aportando a tu vida frustración, desilusión e incapacidad.

Así que, como suelo decir, “dale la vuelta al calcetín” y comienza a utilizar un lenguaje positivo. ¿Cómo?:

Toma conciencia de lo que comunicas y cómo comunicas. Una vez que te veas en el espejo de tu lenguaje, tienes que comenzar a regular y entrenarte hacia un lenguaje sanador y potente.

Elige las palabras que determinan una vida sana, aumentando tu lenguaje positivo, escogiendo palabras y acciones alegres, ilusionantes, motivadoras, activas y gratificantes, llenas de placer y sonrisas. Palabras que enriquezcan tu vida.

-Esto, repetido un día tras otro, convertirá tu nuevo lenguaje en un hábito y este en una nueva programación mental. Y cuando una rutina se convierte en una programación, es automática, es decir, la comunicación se da según tu forma de ser.

-Deja atrás la carga limitante de la desconfianza, el desprecio, la ira, tus preocupaciones, etc. para enfrentarte cara a cara con tus miedos y con aquellos obstáculos que te paralizan, que en la mayor parte de las ocasiones están tan solo en tu cabeza, es decir, no son reales. Una vez que abordes con franqueza y honradez tus miedos, no focalices de forma permanente tu pensamiento en estas cosas, sino en todo aquello que tienes en tu vida y aquello que positivamente te vendrá.

-ACTÚA: Piensa alternativas positivas para solucionar los problemas, entrenando tu creatividad y tu gestión positiva de conflictos, Así estarás ideando nuevas formas de hacer las cosas.

Recuerda que como todo lo que te animo a hacer, esto es producto de tu actitud y entrenamiento. Solo así lograrás obtener una vida más plena y satisfactoria.