Nuestra felicidad depende de los besos

¿Sabías que cada uno de los besos que das consume 12 calorías?, ¿o que movemos hasta 36 músculos con un beso?,  ¿o que aumentan nuestras pulsaciones del corazón de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros? .  Los besos nace en el cerebro y sus consecuencias viajan por todo el cuerpo.

la felicidad depende de besos

Los labios son una de las zonas más sensibles del cuerpo, en ellos se concentran la mayor cantidad de células receptoras y nervios sensoriales.

“Buena parte de nuestra felicidad depende de la cantidad de besos que nos dan o nos damos”. (J. Gandara).

Está claro amig@s: ¡hay que besarse!

Según la Universidad de Bochum (Alemania), el 10% de la población mundial, unos 650 millones de personas, no se besa nunca, como en algunas tribus de Finlandia, en algunas regiones de China o en Mongolia, donde los padres no besan a sus hijos sino que les huelen la cabeza.

Según diferentes estudios científicos, cuando besamos apasionadamente se liberan un buen número de hormonas, como las endorfinas, que generan una sensación de bienestar y tienen efecto analgésico. A ellas se les une la oxitocina y la testosterona, la primera relacionada con la lactancia y la excitación sexual, mientras que la segunda está involucrada en un gran número de procesos fisiológicos incluido también el relacionado con el deseo sexual. A éstas les seguirá la adrenalina y noradrenalina, que elevarán la tensión arterial y los latidos del corazón.

Según el neurólogo de la Universidad de Edimburgo: Gareth Leng, la oxitocina también ayuda a forjar lazos entre amantes tras el primer beso. Y es que esta hormona también se libera al juntar nuestros labios. De hecho, según Leng, una exposición prolongada a la oxitocina es mucho más eficaz que el elíxir amoroso más potente. Al explicar cómo se enamora el cerebro, Leng señala que, al igual que ayuda a afianzar el vínculo entre una madre y su bebé, la oxitocina funciona como interruptor central, capaz de cambiar miles de conexiones neuronales y predisponer al amor.

La psicóloga inglesa Wendy Hill comparó los niveles de dos hormonas: oxitocina y cortisol, en 15 parejas antes y después de besarse.  El cortisol descendió en ambos sexos sin distinción, lo que demuestra que besarse desestresa.

Un beso apasionado aumenta el pulso y la presión arterial, dilata las pupilas y la respiración se hace más profunda. Según la antropóloga Helen Fisher, el cerebro de los amantes registra mayor actividad cerebral en las regiones que guían el placer, la motivación y la recompensa. Las mismas que se activan por adicción. El beso es adictivo.

Hay besos que nos llevan al edén. ¡Qué maravilla!.

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