Afrontar la realidad que vivimos con inteligencia espiritual

“Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres”. Eduardo Galeano

La inteligencia espiritual es la inteligencia existencial o trascendente y Howard Gardner (padre de las inteligencias múltiples) la definió como “la capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, como la capacidad de situarse a sí mismo con respecto a los rasgos existenciales de la condición humana como el significado de la vida, el significado de la muerte y el destino final del mundo físico y psicológico en profundas experiencias como el amor a otra persona o la inmersión en un trabajo de arte”.

En este mismo sentido, Viktor Frankl, la expone como la auto trascendencia, una capacidad singular en el ser humano, que le lleva a superar barreras y a adentrarse en terrenos desconocidos, a superarse indefinidamente a sí mismo, a buscar lo que se esconde más allá de los límites del conocimiento.

Son entonces desde mi punto de vista capacidades para afrontar con valor las adversidades de la vida, junto con el sentido de lo sagrado que nos transformaa uno mismo, un trabajo sobre el propio yo mediante el conocimiento y la sabiduría metafísica de los principios y leyes que rigen el universo que nos ofrecen la sabiduría para trascender.  

Es saber separar de esta falsa llamada nueva normalidad lo esencial de lo accidental, lo valioso de lo superficial, es correr el velo de la ilusión que nos tapa los ojos.  Es v alorar lo prioritario de lo urgente, es superar situaciones críticas que presenta la vida a través de las circunstancias, es discernir qué es lo esencial.

Desde la espiritualidad metafísica, el mundo distópico que estamos asistiendo es una llamada a nuestra conciencia de los seres humanos, a todo este planeta deshumanizado, tecnocrático y totalitarista en lo que nos hemos convertido. La pandemia tiene el el propósito de darnos cuenta y ser conscientes que tenemos que frenar esta forma tan loca de vivir en este mundo, donde nuestras conciencias están intoxicadas por nuestros egos, que acorralan nuestro espíritu… y dejar de deambular como zombies hipnotizados por lo que nos cuentan los falsos medios de comunicación oficiales, haciéndonos vivir agobiados y muertos de miedo por un virus invisible.

Giorgio Agamben, filósofo italiano, en un artículo del año pasado, cuando el virus apenas llegaba a Italia, que tituló “La invención de una epidemia” decía que se está sobredimensionando una gripe más, y con el despliegue mediático se logrará una situación de pánico generalizado; una modalidad del estado de excepción que avalará la intervención militar, el cierre de fronteras y toda una serie de medidas económicas de emergencia. No parece que se haya equivocado mucho.

Así que, frente al miedo, la ansiedad, la impotencia de sentirnos sobrepasados por noticias cada vez más aterradoras y desoladoras,

  • Es tiempo de soltar y desapegarnos de todo para observar realmente lo que da sentido a nuestra vida.
  • Es tiempo de escanear nuestro corazón junto con nuestro alma y revisar qué es lo que más valor tiene para nosotros en nuestra misión de vida.
  • Es tiempo de elevar la conciencia como la única tarea espiritual que todos debemos realizar en estos tiempos, para despertar de este modo artificial en el que estamos viviendo.
  • Es tiempo de promover las cualidades humanas de bondad, benevolencia, amor, compasión, tolerancia, perdón, calor humano y cariño.

La espiritualidad es una actitud mental, que cuando se practica, puede hacer que nos sintamos en calma, más felices y más tranquilas. Lo que está en la raíz de la condición humana es una combinación de cuerpo, mente y espíritu.

Descubre la respuesta cavando en las profundidades de tu alma, lugar a veces oculto y abandonado hacia donde has olvidado caminar. Cuando llegues a tu Centro Sagrado permanece ahí mientras encuentras refugio, sosiego y serenidad.

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