En “Linchpin, are you indispensable?”, último libro de Seth Godin (recuerda amigo, el mismo que escribió el super-original “la vaca púrpura”) no nos habla de técnicas para crear productos sobresalientes o propagar ideas, sino de nuestras vidas y nuestra capacidad de elegir. Nos reta a cuestionar cómo hacemos nuestro trabajo, a que dejemos de hacer cosas medianamente buenas y empecemos a crear arte que importe. A que dejemos de preguntar qué obtendremos a cambio y empecemos a hacer regalos que cambien a la gente.

Nos habla de generosidad, amor, arte, cambio, miedo, liderazgo, éxito; e intenta que superemos la conspiración que durante generaciones ha hecho que se mine nuestra creatividad e inquietudes.

Su objetivo es convencernos de que tenemos la oportunidad de cambiar nuestra vida para mejor, simplemente entendiendo cómo han cambiado las reglas y aprovechando la ventaja del momento para convertirnos en alguien imprescindible.

¿Qué es lo que ha cambiado en el mundo?

Hasta ahora, el mundo estaba lleno de fábricas que precisaban trabajadores. No se requería ser brillante o creativo, ni arriesgarse y a cambio de seguir unas normas te pagaban y te ofrecían una seguridad laboral. Era un trato tan seductor que lo hemos adoptado durante un siglo.

De repente, el sistema se empieza a descomponer. Los obedientes trabajadores siguen haciendo lo que se les dice, pero ya no reciben lo que se merecen.

La oportunidad: el trabajo emocional (emotional labor).

Este cambio supone una gran oportunidad, la oportunidad de disfrutar de lo que hacemos, de marcar la diferencia con nuestros amigos y clientes, de sacar el genio que hemos estado escondiendo durante todos estos años. Las normas han cambiado, ya no se premia la obediencia, sino el talento, la creatividad y el arte.

Ahora se requiere trabajo emocional, que no se hace con el cuerpo, sino con los sentimientos. Es el trabajo de crear arte, ser generoso y dar rienda suelta a la creatividad, que muchas empresas están empezando a valorar y fomentar.

Vivimos en una economía híbrida, que mezcla la idea del capitalismo (haz tu trabajo o serás despedido) con la economía de la generosidad (la esencia de cualquier regalo es que no lo haces a cambio de una recompensa tangible garantizada, de lo contrario no sería un regalo).

Pasamos de la obediencia mediocre a la que estamos acostumbrados a la creación de una cultura de conexiones.

Ya no respeta ni paga a la gente por ser la pieza intercambiable de un engranaje, ahora lo que se necesita es generosidad, conexiones y humanidad, y por supuesto, los artistas que puedan crear todo esto.

Los Linchpins, las piezas indispensables de las organizaciones exitosas del mañana.

No tienes derecho al trabajo o carrera que tienes. Después de años asumiendo que tenemos que ser trabajadores mediocres para empresas mediocres, que la sociedad nos apoyaría si seguíamos las reglas, descubrimos que éstas han cambiado. La única forma de tener éxito es siendo excepcional, haciendo que se hable de nosotros. Las personas no somos productos con características, beneficios o campañas de marketing viral, sino individuos. Si vamos a hablar de ellos, hablaremos de lo que hacen, no de lo que son.

La única forma de demostrar lo que valemos es ejerciendo un trabajo emocional y produciendo interacciones que interesen a las organizaciones y a la gente.

La economía de la generosidad, la “Economía Linchpin”.

En la época de las cavernas existía la cultura de la reciprocidad, que se utilizaba para crear relaciones y poder. Los más poderosos se podían permitir dar regalos como símbolo de poder. De repente, esta antigua tradición cambió. El dinero y la sociedad estructurada cambiaron el sistema y ahora no se da, sino que se recibe.

En la “Economía Linchpin”, los ganadores son nuevamente los artistas que regalan. Regalar nos hace imprescindibles. Por ejemplo, Thomas Hawk, uno de los fotógrafos digitales más importantes del mundo, comparte millones de fotos con todos bajo licencia Creative Commons. Thomas es ambas cosas, un artista y un donante de regalos. El resultado es que ahora lidera una tribu, vende un montón de obras y es conocido por su talento. En resumen, es imprescindible.

El arte es un regalo personal que cambia al recipiente, es el acto intencional de conectar con alguien y provocar un cambio en él.